miércoles, 5 de febrero de 2014

¿Cómo sería acabar con todo? ¿Cómo sería huir, pero de verdad, no de esas veces que sales de casa con el atillo al hombro pero acabas echándote atrás, porque a veces nos da más miedo huir que quedarnos? A veces nos asusta escapar, perder las cosas de las que hemos dependido tanto tiempo, nos da miedo perder pie, que nada (ni nadie) nos ilumine en la oscuridad, que nada (ni nadie) nos dé la mano para escalar el pozo en el que nos hemos metido solos (o con gente). Que nada (ni nadie) le dé voz a aquello que callamos con ahínco. Que nada (ni nadie) nos grite cuando nos quedamos sordos por las dudas. Que nada (ni nadie) nos preste sus ojos cuando queremos llorar, o ver; o su sonrisa cuando queremos reír y no somos capaces porque nos hace daño la niebla de la vida. Pero ¿cómo sería olvidar todo eso y largarnos? ¿Cómo sería atreverse a ser tan egoísta como para dejar todo (y todos) por nosotros mismos? Seguramente, una gran aventura.



lunes, 13 de enero de 2014

Muy jodido para un solitario.

Esto es lo que haces. Te paras delante de mí con esa estúpida sonrisa cínica en la boca, quieres fingir que no te importa nada. Y, realmente, es verdad que no te importa. Pero si no duermes por las noches no es por una mala racha o por un insomnio natural. Simplemente, te has dado cuenta de que cada día estás más solo, y una cama vacía se antoja muy fría sin nadie que se dedique a contarte las constelaciones / y dormir se antoja muy pesado sin un alma que te guarde, aunque sea en la distancia / y descansar es muy jodido para un corazón solitario.

La comprensión ha llegado desde que tú te has ido.

Vi sorpresa en sus ojos, e incluso quizá, solo quizá, algo de miedo. Me pregunté qué vería él en los míos. Yo rebosaba confianza, pero tiendo a pensar con la mirada y quizá estaba dejando pasar demasiado.
Lo nuestro (bueno, nuestro por decir algo, porque ahí ni hay nuestro ni hay nosotros ni hay tú y yo entrelazados. Somos un él y un yo, de esos que van muy bien separaditos y que se ríen juntos de vez en cuando, pero que ni se necesitan ni tienen o quieren la necesidad de necesitarse) era un tira y afloja continuo. Creo que entendí al poco tiempo que se trataba de su personalidad solitaria y autodestructiva. Simplemente, no quería dejarme entrar. Ni loco me iba a abrir la barrera a su mundo interno. Y yo me preguntaba por qué se tomaba tantas molestias en cerrarme el paso si ni siquiera estaba tratando de meterme en él. No, realmente no era eso lo que me interesaba. Me gustaba su personalidad distante, es cierto, y sus ojos que decían mucho más que él. Me gustaba su respiración entrecortada en la oscuridad de las sábanas y, por supuesto, me encantaba la manera de sonreír entre alientos. Pero nunca, y estoy asegurando ese concepto, había dicho, ni siquiera con la mirada, que quisiese meterme dentro de él. No era esto lo que esperaba, porque simplemente estoy cerrada a exteriores. No dejo entrar a nadie y, por supuesto, no voy a exigir que alguien me deje entrar a mí

Golden.

Estás engañando a todo el mundo, pero a mí no puedes. La gente puede cambiar, claro que sí, la gente cambia. A veces para mal y otras para peor. Incluso en ínfimas ocasiones, la gente cambia para bien. Pero no de la noche a la mañana, no de forma tan radical. Me gusta esta nueva tú, ¿sabes? Más decidida, más real, más independiente, más individualista y, totalmente claro, más cruel. Y has conseguido engañar a todos, lo has hecho muy bien. Estoy orgullosa, no sabes cuánto, porque ahora no pueden hacerte daño. Espero, de verdad te lo digo, que encuentres lo que en el fondo buscas y has escondido, tan abajo, para ver si se te olvida. Te aseguro que no lo hará. No olvidarás nada, porque los recuerdos y sueños abandonados son una pesada carga que tienes que alimentar el resto de tus días, pero eso no impide crear nuevos que superen a los perdidos. Deseo que consigas todo lo que quieras, todo lo que esperas. Aunque no quieras cumplir expectativas.

sábado, 30 de noviembre de 2013

Las cosas no han cambiado, he cambiado yo.

Me sorprendió ver todo lo que había pasado de un año hasta aquí. Leí todo lo que había escrito por aquel entonces y me dije: "Vaya, ¿yo he escrito esto? Ni siquiera parece mío". No sé, simplemente ya no soy la misma persona. No sé si es que esa niña murió, está perdida o solo ha crecido. Crecido, me refiero, de una manera trágica. De levantarte un día por la mañana y verlo, el haberte quedado sin la capacidad de sentir los sueños, las esperanzas. No, ni siquiera eso. De que al escuchar la puerta al cerrarse porque tu supuesto futuro y supuesto siempre y supuesto todo se ha ido para siempre, observas cómo desde hace meses no te queda nada más que esto, unas tristes palabras que salen a borbotones pero que no dicen nada. Que no pueden cambiar el rumbo de las cosas.



lunes, 28 de octubre de 2013

LOS INALCANZABLES NO EXISTEN.

Olía a tabaco. Nunca le había gustado el tabaco, hasta que le vio fumar un cigarro y el humo, ascendiendo en espiral, le dio ese aire atractivo que le caracterizaba. Ese aire a "No estoy en el mundo, soy un puto espejismo que no llegarás a alcanzar nunca". Y a ella le gustaban los inalcanzables, porque siempre tenían un punto débil. Siempre había un agujero en su coraza. Y, entonces, vagamente, le vino otro olor, no a tabaco, sino un olor propio, fresco, diferente.

Sonrió. No era inalcanzable. 


sábado, 26 de octubre de 2013

CADA DÍA MÁS.

Hay personas que aparecen de casualidad, se cuelan en tu vida y no te permiten echarlas nunca. 


jueves, 12 de septiembre de 2013

LAS NOCHES DESNUDAN EL ALMA.

Por eso escribo de noche. Porque, como bien saben todos los que matan a los monstruos mentales escribiendo, la noche y la soledad nos dejan tan desnudos que no podemos ocultar quiénes somos. Y es el único momento del día en el que somos nosotros mismos, a la altura de nuestros miedos. 


lunes, 10 de junio de 2013

GOODBYE, MY LOVER.

Hoy he pasado a tu lado por los abarrotados pasillos del instituto. Ya no espero encontrarte de (semi)casualidad como otras veces. Hace mucho que mi cerebro te ha alejado en ese sentido. Aunque, a pesar de todo, cuando paso al lado de la que es tu nueva clase, una en la que ya no somos dos niños aferrados a su sonrisa de quedarse a dos centímetros y separarse casi al instante de darse cuenta. Ya no veo a ese niño en ti. Ya casi no me acuerdo de cómo era llamarte por tu nombre y no por tu apellido, y de lo poco que te gustaba. Bueno, para qué mentir… Lo recuerdo perfectamente. No se me ha olvidado ni aquella conversación más profunda que las demás, ni todas aquellas veces en las que no supe reconocer que habrían sido más besos si yo no fuese tan cría. 
Retomando lo dicho, hoy he pasado a tu lado, rozándote por el poco espacio que me brindaba el abarrotado lugar. Y ni siquiera te he dicho “Hola”. Ni siquiera te he tocado el brazo, o un costado, como solíamos hacer. Porque tú ni siquiera te has dignado a recordar que fuimos ‘algo’ y que ese ‘algo’ también era una amistad. 
Supongo que así acaba todo, como siempre, tú y yo -que no nosotros-, acabando antes de empezar. Diciendo “Adiós” antes que el “Hola”. 
Hasta siempre, te recuerdo con cariño y te deseo lo mejor en la vida. Ojalá logres perder el miedo y conseguir tus sueños, nunca fuiste muy dado a confiar en ti mismo. Yo no tengo ese defecto. No necesito tus buenos deseos porque me llegan los míos. 
No te quiero, pero en el fondo, siempre te querré.



viernes, 31 de mayo de 2013

Y nos preguntamos por qué. Por qué. ¡Venga ya! Como si no lo supiéramos bien... Como si no estuviéramos dispuestos a vender a cualquiera por la alfombra roja. Como si no fuéramos a cambiar las puestas de sol románticas por las noches de luz artificial en cualquier pub. Y ahora diréis: "¡Joder, qué hipócrita!" , y yo me reiré, como tantas otras veces, porque los valores se han acabado (si es que han existido alguna vez). Que ahora la chica del vestido rosa no es nadie, que la más rebelde solo se las da de dura, y la que llora ha pasado a dar pena. ¿Y el niño de los ojos azules? Solo es un cobarde con aires de macarra. ¿Y sabéis otra cosa? Seguramente sea el que más entienda a la que llora. 


domingo, 21 de abril de 2013

REALIDAD.

La chica se metió en el coche, dirigiéndole miradas de soslayo, preguntándose por qué. "Ya nunca me sonríes" -afirmó. Él se dio la vuelta un tanto sorprendido, mientras observaba su única verdad andante: <<Si no te sonrío es porque no soy capaz, porque me gustaría sonreírte mientras te beso, y no es posible...>>. Eso fue lo que pensó, pero no se lo dijo. A la chica empezó a fallarle la voz, y cada vez se callaba más para que no lo notara. Él miraba al frente, parecía calmado, pero en su interior brotaba el fuego que había encerrado cuando ella lo abandonó, cuando se dio cuenta de que no había sitio para él entre sus sueños de cría. Ella suponía que a él ya no le importaba lo que pudiese pensar, "y es lógico", se decía... Tampoco se lo merecía después de todo. Pero de repente, él pareció no poder seguir contiendo la marea de sentimientos como olas enormes que azotaban la orilla de sus cuerdas vocales, no pudo seguir contiendo el leve temblor de sus cláviculas, y paró el coche. Paró el coche justo al lado del lugar en el que habían pasado tiempo y recuerdos, momentos de inexplicable y efímera alegría. Felicidad. Ella se dio cuenta y bajó del coche, como para darse un paseo turístico por el interior de su alma. Él bajó acto seguido, sin darle tiempo a reaccionar. La besó, la besó como nunca había hecho, expresando absolutamente todo, pegándose a ella para que la realidad no los separara. La chica trató de esquivar sus labios, ciñéndose a su vida actual, sin querer estropear su presente por dejarse llevar por ese pequeño sentimiento que la azotaba en aquel momento. Entonces el chaval le besó el cuello, le besó los hombros, acarició su cuerpo con sus manos y su interior con la mirada, hasta que ella se rindió a los cálidos brazos que aguantarían todas las tormentas y huracanes del mundo por ella. También le besó, entre exhalaciones leves, entre pensamientos confusos. Pero la cruda realidad es pérfida y retorcida, y deshizo su abrazo tan rápido como lo habían logrado formar. A ella le atacaron sus miedos, y a él la desesperanza de formar ese 'algo' que llevaba buscando tiempo y que solo había visto en ella. 


jueves, 18 de abril de 2013

A Coruña 2012.

"Bueno, que se acaba la gira... Y ya llevo unos días jodido de la garganta. Pero si hoy se me rompe la voz, no va a ser por eso. A lo mejor estaría bien que os presentara a toda la banda y eso, pero no, no los voy a presentar. Pero os voy a decir cómo son. Todos son justos, ¡son unos ingenuos! Son seres inocentes, ángeles, que no conocen el precio de las cosas ni miden las dificultades. Y así me gustaría ser a mí. ¡Se' os queremos!" 


El sentimiento más alucinante del mundo te recorre por dentro al escuchar estas palabras de tu ídolo. Y, de repente, te entran ganas a ti de ser también como ellos.

jueves, 31 de enero de 2013

UN CÚMULO DE CASUALIDADES (VII).

Los planes de futuro que hicieron eran tan asombrosos que no llegarían a cumplirse jamás. Como el viaje a Benidorm de octubre o la fiesta en barco de finales de agosto. 
Para finalizar, me gustaría terminar en primera persona, pues es mi historia y estoy harta de perder el protagonismo en ella. La última vez que supe de él era lunes. Tuve parte de culpa en ello, quizá toda, y lo sé, por mi conducta esquiva y mi modo de hacer las cosas sin preguntar a nadie. No me arrepiento de mi comportamiento, pues me hizo llegar a donde estoy ahora. El lugar donde he descubierto que el cielo no es el límite, y se llama "Nothing scares me anymore". 

FIN.

UN CÚMULO DE CASUALIDADES (VI).

A partir de aquel momento , todo fue lo más cercano a la magia, lo más cercano a perfecto que os podáis imaginar. 

*"La lleva de fiesta, se emborracha. Ella jura no volver a montarse con él en el coche, pero se traiciona."
*"Una barca de pedales en medio del pantano, como dos náufragos perdidos. Él simula abandonarla en el agua, vuelve riéndose. Ella le moja y se ríe. Una vez en la orilla se besan. Él no para de hacerle fotos, ella finge enfadarse. Después, se ríen de nuevo. Vuelven a casa empapados en el coche verde oliva, cOntándose canciones."
*"Hacen la compra de casa. Ella no puede parar de reír, él no pega en cosas tan comunes, es demasiado elegante. Él parece confundido." 
*"Descansan sobre cojines, en medio de té y cañas, de humo nocturno."
*"Él le dice que está intentado dejar de fumar. Tiene más ganas de ella que de costumbre, le comunica que si no llega en cinco minutos, fumará un cigarro. Se siente adictiva."
*"Toman algo. Él la agarra contra sí, observando los escaparates de las calles. Cosas especiales y a la vez cotidianas. Se pregunta dónde estarán en un tiempo."
*"Un baile. Luego, el alcohol hace de las suyas. Un enfado. Una llamada. Ella no se lo coge. Otra. Otra y otra. Y otra más. Al final, responde. Él solo pronuncia su nombre."
*"Fotografías nocturnas."
*"Uno de sus lugares favoritos, lleno de luces de anochecer. La lleva por sorpresa, ella sonríe."
*"Llega tarde. Ella le dice que no venga. Insiste. Se niega, puede ser muy terca. Al día siguiente aparece una hora y media antes. No puede evitar sonreír de nuevo."
*"La primera vez que conduce un coche, asustada y algo nerviosa. Se le cala varias veces. Él se burla de ella, se ríe considerablemente. No parece sufrir por su carrocería verde oliva, ni por la multa que podría costarles."

No parecía preocuparse nunca por nada. Ella debería haber sabido que tanta tranquilidad no acabaría bien, pero se sentía llena. Llena de paz.



martes, 29 de enero de 2013

UN CÚMULO DE CASUALIDADES (V)

Sospechó aquel quince, desde el primer momento, que era el día. El día de plazo final para saber qué significaba aquello, qué tenían. Si es que existía algo. 
Hacía mucho que no veía aquella película, que no la disfrutaba. "El diario de Noah". Y llegó el momento de irse, mientras todo lo que había imaginado no cobraba sentido alguno hasta que, de repente, la agarró de la muñeca y le hizo sentarse en el sofá en el que habían compartido la tarde -además de cosquillas. Él sonrió y se acercó despacio, ella se quedó muda en el sitio. Y la besó. Los detalles los ahorraré, ya sabéis cómo es un beso, ¿no? Ya sabéis que depende de la persona que te lo dé, de lo que sientas, del día en el que estés, de lo que signifique. Cosas demasiado íntimas.
Bajó la escalera sin fijarse en sus pasos, salió del portal hacia la luz del sol, y recuerda cómo se sintió en aquel momento. Ganadora. Sintió que no había nada que no pudiese lograr, ningún lugar que tuviese límites. 


UN CÚMULO DE CASUALIDADES (IV).



















Amaneció soleado y con sabor rosa; había llegado el verano, con muchos sueños por cumplir. La chica no tenía nada que hacer -y nada que perder- , y vio su nombre escrito en la pantalla del teléfono, como si se tratase de una señal. No pudo reprimirse. 

Que jamás se arrepentiría de haberle concedido aquel saludo tan inocente era algo que pensó mientras se sentaba en el coche verde oliva, en el asiento del copiloto, al lado de la persona más alucinante que había conocido hasta el momento. Ella, tan puntual, llegó tarde a casa, habló con él. Y los días siguientes. Y montó más veces en el coche verde oliva. Cafés, un par de cervezas y mucho que hablar, mucho que contarse. Quizá fue porque no tenían a quién contárselo, nadie que costease sus sueños, nadie que les diese la ilusión para hacer una nueva historia. Y los dos juntos, decidieron apoyarse en el otro de mutuo acuerdo, pero sin decidirlo con palabras. Solo se decidió con momentos. Todo fueron estúpidas casualidades, un cúmulo de pensamientos. 




UN CÚMULO DE CASUALIDADES (III).

La vida dio un vuelco alucinante un día de junio, un día como otro cualquiera. Los cumpleaños siempre le habían gustado, tenía ganas de una gran noche. Sentada en el sofá de un sótano cálido por el crepitar del fuego y las conversaciones que lo llenaban, por las risas dulces y despreocupadas. Conversaba con sus amigos, dialogaba risueña y divertida, cuando su amiga fijó la vista por encima de ella y se quedó callada, sin mover un solo músculo, dándole a entender que se diese la vuelta. Antes de hacerlo, ya lo sabía. Solo alguien producía ese efecto en las personas. 
No lo recordaba tan imponente, ni tan intimidante, ni tan guapo. Tenía el pelo revuelto, con un toque despeinado que producía un efecto de perfección en su aspecto. Vestía elegante, de oscuro. Como su pelo azabache, como la copa que le tiró por encima un par de horas más tarde. Al principio, los dos fingieron no darse cuenta de que el otro estaba al lado, pero él, a veces tan descarado, decidió romper el silencio y también unas cuantas normas. Las miradas y los comentarios les persiguieron toda la noche, y siempre supo que el futuro no les dejaría así, que faltaba algo. Él también pareció pensarlo: 
                    
-Hay amigas y "amigas".
-¿Qué es ella?
-Bueno, ella es una amiga...
-Pero te gustaría que fuese lo segundo, ¿verdad?
Él sonrió. 

Y el tiempo lo iba a corroborar. Aunque no tanto como ellos pensaban. 



lunes, 28 de enero de 2013

UN CÚMULO DE CASUALIDADES (II).

No fue la única ocasión en la que la sonrisa enterrada entre sus comisuras estuvo presente, pero nada tuvo importancia hasta la última noche del año 2011. La oscuridad se llenaba de luces de cigarros, el sonido del pub más cercano era amortiguado por las conversaciones callejeras y alegres. Ella caminaba risueña, estaba siendo una gran noche, cuando lo vio acercarse portando un traje oscuro, tan oscuro como su pelo azabache, y una sonrisa inmensamente blanca en contraste. Fue la primera vez que vio aquella sonrisa tan pronunciada, o quizá nunca se había fijado, y fue la primera vez que se fijó en sus ojos entrecerrados y expresión feliz, como si nada malo pudiese ocurrirle. 
Cuando se dio cuenta de que se dirigía a ella, supuso que todo era una broma, de muy buen gusto, por cierto, que todos saldrían gritando "¡Cámara oculta!", pero resultó no pasar nada de eso. Y los dos besos cercanos a la comisura le hicieron entender que no era una mera visita de cortesía por la triste tradición de felicitar el año a quien no saludas el resto de este. Varias miradas conocidas se clavaron en ella siguiendo la escena, se sintió flotar. Un par de conversaciones siguieron a los días siguientes, pero pronto se olvidaron los dos de aquellas pequeñeces. O digamos, más bien, que lo dejaron para otro momento. 



UN CÚMULO DE CASUALIDADES. (I)

Vio pasar un coche verde. Era un color verde entre hierba oscura y aceituna, un verde que le traía el olor de los recuerdos. Cerró los ojos un momento y le vinieron a  la mente muchos momentos, muchas historias pasadas. Aquella sonrisa burlona de ojos entrecerrados, aquella forma de no darle importancia a las cosas, de no preocuparse. Se podría decir que le daba la paz y calma que ella necesitaba después de tantos gritos silenciosos, después de sus malos ratos. Tranquilidad. Le transmitía una tranquilidad y una paciencia asombrosas, a lo que no estaba acostumbrada.
Cuando todo empezó, creyó vivir una especie de ensueño (o de sueño), uno de esos que solo pasan en las películas y que nunca te pasa a ti. Hasta que pasó. Recordaba a la perfección cada momento, cada día con su presencia.
Todo empezó como empiezan los días especiales, como cualquier otro. 
Día en que se conocieron, en que él no la miró a ella con más ojos que los que miran a una niña, pues eso es lo que era. Ella tampoco puso demasiado interés, pero le pareció una persona un tanto especial, extraña, diferente. Ninguno de los dos imaginaba que un par de años más tarde las cosas darían un gran giro. 




viernes, 18 de enero de 2013

KISS ME HARD BEFORE YOU GO. (IV)

Me senté en mi escritorio, dispuesta a meditar seriamente hasta que di con la idea de hacer una lista. Defectos y virtudes. "el otro" y Kai. Antes de empezarla siquiera, ya sabía quién iba a perder. No me equivoqué. Debería haber hecho caso a aquella lista, debí seguir el camino correcto, debí haber hecho caso a mi cabeza. Hasta que mi estómago empezó a gritar y retorcerse con rebeldía, y rompí la lista en pedazos, mientras me dirigía a "el otro" para decirle que me quedaba con él. Que yo también le quería. 
Nuestros segundos besos duraron un crepúsculo. ¿Tan incompatibles somos? Me di cuenta de que sí. Y de que "el otro", aunque me prometió el futuro, se estaba equivocando. Esta vez no hubo vuelta atrás. 

Punto y final. FIN. 


KISS ME HARD BEFORE YOU GO. (III)

Siempre me han gustado y siempre he odiado los septiembres. Suena paradójico, y los dos contestan al mismo motivo: los septiembres eran los que nos unían. Nunca he sabido si esto era malo o bueno, de ahí mi indecisión. 
No sé si es porque habíamos crecido, porque las cosas habían cambiado o porque había llegado nuestro momento, pero el caso es que todo cambió. 
Me acostumbré a su presencia diaria, a hablar de mil cosas, a confiar un poco más en él. Pero era "el otro" y, por supuesto, me falló. Me falló muchas veces. Yo le perdoné, por supuesto. Le perdoné muchas veces. Eran pequeñeces, yo no le quería, así que no me costaba. En diciembre volví a atreverme, volví a ser valiente. Y esta vez me acerqué más a una respuesta. Pasó diciembre, y ante el último fallo de "el otro" me sentí más dolida. 
Un buen día me desperté y decidí que no quería más . Que estaba cansada de aguantar a pie de cañón. Me cerré en banda y no supe nada más de él. Me sentí feliz como nunca.
Los días pasaban y no volví a encontrarme con su mirada. Rehuí sus sonrisas matutinas hasta que vio que de verdad me pasaba algo, que esta vez no era como las otras. Hasta que vio que era lo que yo quería, y se hizo a un lado. Quizá  en lo más hondo me decepcionó su abandono. Si fue así, no lo exterioricé. 
Conocí a una persona nueva, una persona que me sacó mil  sonrisas y una, que era la perfección en persona. Esta persona fue uno de los Kai, quizá el mejor. 
Pero "el otro" tiene la curiosidad cualidad de volver cuando menos se le necesita, cuando menos se le quiere presente. Esta vez no me detuve y le pregunté por qué. "¿Por qué? ¿Por qué has vuelto? ¿Por qué ahora?". Su respuesta se clavó dentro de mí, haciéndome naufragar. "¿Porque te quiero?". 





miércoles, 16 de enero de 2013

KISS ME HARD BEFORE YOU GO. (II).

Lo único que sé a ciencia cierta es que fueron los primeros labios que me hicieron sentir algo por dentro. Nunca había sido tan atrevida como lo fui con él, no había sido tan valiente jamás. Me atreví a decirle todo tras unos besos de niños, o no tan de niños, aunque eso éramos entonces. Jamás me había sentido tan viva. 
Normalmente, si no quieres pasar tu vida al lado de una persona, le contestas que solo sois amigos. Si quieres compartir tu tiempo con ella, intentarás ser algo más. Pero "el otro" siempre ha sido un poco incomprensible y se atrevió a murmurar un "YA SE VERÁ". 




Aquel verano fue interesante y nuevo para mí, lleno de luces y gente nueva, lleno de salidas, y de entradas triunfales. "el otro" fue alejándose de mi mente hasta quedarme completamente a salvo. Llegué a olvidarme de su existencia.
Pero, como siempre, septiembre es testarudo y siempre vuelve, como "el otro". Sí, "el otro" siempre está ahí presente a su manera, y en cuanto le miré a los ojos descubrí que seguía atada a ellos. De pies y manos. 
Pero poco a poco, nuestros caminos se enlazaban con los de otras personas. Ojalá hubiésemos enlazado los nuestros... Existieron ciertos momentos que me hacían pensar que no se había acabado, que todavía nos quedaba esa conexión tan poco clara, esa conexión que aclaraba tan poco. Las sonrisas, las miradas, esa red eléctrica que nos unía, esas risas mágicas. Y no me equivoqué. 

sábado, 12 de enero de 2013

KISS ME HARD BEFORE YOU GO. (I)

Las cosas que más duran en el tiempo comienzan siendo las más insignificantes. Aquel día yo no lo miré más que un par de minutos. A partir de ahí, me enzarcé en su mirada y tiempo más tarde me di cuenta de que las palabras hirientes también son espinas. 
Era un chico bastante común, sin nada especial. Nunca conseguiré saber por qué me fijé en él, pero lo hice. Y es el comienzo de mi historia. Sucedió un septiembre bastante común, con sabor al calor de verano todavía en el aire. Las madrugadas eran más frías y, como siempre, empezaron las clases. Yo era bastante ingenua, inocente. Aún confiaba en las personas. Repito que es una persona común y corriente, sin nada especial. Llamémosle "el otro". Sin mayúsculas, jamás las mereció aunque le hiciese competencia a cada Kai de mi vida. "el otro" no fue mi primer beso, ni mi primer novio. En realidad, nunca  pude catalogar lo que era, lo que éramos. Quizá un 'nada a medias' estaría bien, por poner algo. 


martes, 1 de enero de 2013

NO VALE LA PENA DEJAR DE VOLAR.

Nunca he sabido definirme del todo. De una forma u otra, siempre evito el tema. Lo único que sé a ciencia cierta sobre mí misma es ese "¿por qué?" presente en cada situación. Esa pregunta a la que tan a menudo no encuentro respuesta, pero me empeño en encontrar, pues es por lo que vivo. Por cada detalle ínfimo e insignificante, por cada pequeño porqué, por cada gesto en un rostro impasible, por cada impasibilidad en una persona acostumbrada a gesticular. No sé si me seguís. Lo que quiero decir es que solo me fío de lo que mi mente retorcida es capaz de dilucidar entre tanta información. 
Siempre he sido una persona independiente, supongo que debido a las faltas o ausencias y a un par de cosas más. Es complicado explicar esa sensación de independencia que tengo a medias. Sí, a medias. Algunos días me despierto sin sentido de la necesidad, como si no me hiciese falta nada más allá de mí misma. Y me siento egoísta, pero a gusto. Otros amaneceres, en cambio, me quedo pegada a las sábanas, algo asustada. Con el corazón encogido por la angustia. Y me pregunto por qué. Y lo adivino. Porque si perdiese a algunas personas, si perdiese algunas cosas, a lo mejor me dolía tanto que no podría soportarlo, ¿no? A lo mejor no soy tan diferente al resto del mundo como acostumbro a pensar. A lo mejor, simplemente, llevo años engañándome a mí misma. A lo mejor, nunca lo sabré. Esos días en los que me pego a las sábanas, todo me cuesta un poco y empiezo a echar de menos cosas que no vienen a cuento. Principalmente, echo en falta algunas despedidas. Sí, dolerán, pero son necesarias. De verdad que lo son. En estas ocasiones, me repito que no vale la pena dejar de volar. 


lunes, 17 de diciembre de 2012

2011

Hola. Es un comienzo un poco raro entre nosotros, pero es que las cosas se han enfriado... Bueno, es normal. Te estarás preguntando por qué te escribo esto, si ya no es necesario. Lo sé. Es sólo que necesito explicarte todo, sacarlo de aquí dentro, porque  ya no puedo más con ese peso. En primer lugar, quiero pedirte perdón. Perdón por todo lo malo, las discusiones y cualquier cosa con la que pude hacerte daño. Sí, lo siento, no iba a ser toda la culpa tuya... Simplemente, no sabemos ser felices. No juntos. Sólo sabemos decir palabras hirientes, dolernos, enseñarnos nuestra peor cara. 
¿Sabes lo que más me duele de todo? Que yo lo había conseguido, que me desperté por la mañana un día y decidí que no quería perder más el tiempo con alguien que no buscaba nada más que un par de besos y alegrías. Y no volví a mirarte, a hablarte, a tocarte, a tratar de verte o encontrarte en cualquier parte. Me dediqué a olvidar tus horarios y no querer saber nada de ti. Conocí gente, me interesé por alguien que no eras tú. Creí que ya no te necesitaba, que ya nada dolía. Pero, en el fondo, yo sabía que todo era igual, que todo sería lo mismo si no me hubiese alejado de ti. Perdí la costumbre de imaginar mil situaciones contigo. Me sentía inmensa al darme cuenta de que no me había acordado de ti nada más despertarme. 
Y entonces, un día, de sorpresa, volviste. Decidiste que antes de tu orgullo iba yo, por una vez. Fue la única vez en mi vida que yo recuerde que me has pedido perdón. Y te perdoné, cómo no iba a hacerlo. Me querías. De repente, me  querías. 
Y me di cuenta de que yo también te quería. Qué curioso, ¿no? Un día no sabes lo que es eso y al siguiente, ya ves... 
Quiero que sepas por qué te elegí a ti y no a él. Por qué volví a tus brazos. Por qué te perdoné. Bueno, no sabía a quién quería ganar, pero sí a quién no podía perder. 




































Ojalá las cosas hubiesen quedado ahí. Hubiese estado bien que yo ese día te hubiese dicho que me habías perdido, que se acabó, pero no me arrepiento de nada. Solo sé que, ahora, los viernes a las once y cuarto me duelen un poco, y cuando llego tarde a clase me acuerdo de ti. Y cuando te pones una sudadera gris me pregunto si alguna vez te acuerdas de mí. 
Solo te pido que mires mi sonrisa y me eches de menos, que nuestras miradas se crucen y te odies por habernos perdido, como prometimos que no íbamos  a hacer nunca. Pero cuando algo se rompe, cuando todo acaba en mil pedacitos, lo único que queda son recuerdos.