lunes, 28 de enero de 2013

UN CÚMULO DE CASUALIDADES. (I)

Vio pasar un coche verde. Era un color verde entre hierba oscura y aceituna, un verde que le traía el olor de los recuerdos. Cerró los ojos un momento y le vinieron a  la mente muchos momentos, muchas historias pasadas. Aquella sonrisa burlona de ojos entrecerrados, aquella forma de no darle importancia a las cosas, de no preocuparse. Se podría decir que le daba la paz y calma que ella necesitaba después de tantos gritos silenciosos, después de sus malos ratos. Tranquilidad. Le transmitía una tranquilidad y una paciencia asombrosas, a lo que no estaba acostumbrada.
Cuando todo empezó, creyó vivir una especie de ensueño (o de sueño), uno de esos que solo pasan en las películas y que nunca te pasa a ti. Hasta que pasó. Recordaba a la perfección cada momento, cada día con su presencia.
Todo empezó como empiezan los días especiales, como cualquier otro. 
Día en que se conocieron, en que él no la miró a ella con más ojos que los que miran a una niña, pues eso es lo que era. Ella tampoco puso demasiado interés, pero le pareció una persona un tanto especial, extraña, diferente. Ninguno de los dos imaginaba que un par de años más tarde las cosas darían un gran giro. 




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