lunes, 28 de enero de 2013

UN CÚMULO DE CASUALIDADES (II).

No fue la única ocasión en la que la sonrisa enterrada entre sus comisuras estuvo presente, pero nada tuvo importancia hasta la última noche del año 2011. La oscuridad se llenaba de luces de cigarros, el sonido del pub más cercano era amortiguado por las conversaciones callejeras y alegres. Ella caminaba risueña, estaba siendo una gran noche, cuando lo vio acercarse portando un traje oscuro, tan oscuro como su pelo azabache, y una sonrisa inmensamente blanca en contraste. Fue la primera vez que vio aquella sonrisa tan pronunciada, o quizá nunca se había fijado, y fue la primera vez que se fijó en sus ojos entrecerrados y expresión feliz, como si nada malo pudiese ocurrirle. 
Cuando se dio cuenta de que se dirigía a ella, supuso que todo era una broma, de muy buen gusto, por cierto, que todos saldrían gritando "¡Cámara oculta!", pero resultó no pasar nada de eso. Y los dos besos cercanos a la comisura le hicieron entender que no era una mera visita de cortesía por la triste tradición de felicitar el año a quien no saludas el resto de este. Varias miradas conocidas se clavaron en ella siguiendo la escena, se sintió flotar. Un par de conversaciones siguieron a los días siguientes, pero pronto se olvidaron los dos de aquellas pequeñeces. O digamos, más bien, que lo dejaron para otro momento. 



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