sábado, 31 de diciembre de 2011

Lo quería todo.

















Caminó un poco más. El sol la cegaba, pero no le importó, merecería la pena. Aquel lugar le hacía sentirse más libre que nunca, mirar el reflejo del agua, que devolvía la luz del sol, le hacía estar en paz consigo misma. Se sentía sola, pero allí, la soledad era bien recibida. Era un sitio al que ir acompañada era incómodo, era no echar de menos, era echar de más. La belleza de la hierba, tan verde, tan llena de vida... Y luego, meses más tarde, volviendo al lugar de siempre... La belleza de la hierba, tan húmeda, tan llena de vida... La desnudez de los árboles, que quizá pasaban frío, o quizá sólo querían recordar la felicidad de aquel verano, tan lleno de sensaciones y pellizcos de felicidad.

















Y la noche da paso al día, dure cuánto dure y cuan melancólico sea. Aquellos parajes la hacían feliz, cuando paseaba por allí se sentía en deuda con la naturaleza, ¡cuánto le hemos arrebatado! Y ella sólo quería hacernos felices, demostrarnos que el paraíso no nos lo arrebataron, que sólo teníamos que hacer de esto un lugar más habitable, enfrentarnos con la sociedad, que sólo quiere pavimento y marcas de frenazos. Pues yo no quiero eso. Quiero ver más color verde y más marrón, más piedra, un terreno más rugoso. Busco que caminar sea más difícil, que nos cueste, porque las buenas cosas cuestan, ¿no?

lunes, 26 de diciembre de 2011

-Entonces me miró, y supe que volvía a las andadas.
-¿Aún recuerdas el significado de cada mirada?
-Eso sería algo difícil de olvidar.


jueves, 22 de diciembre de 2011

Cósete la sonrisa, amigo.
Es increíble el modo en el que cambian las cosas. El cambiazo de miradas, de sonrisas y anhelos. La manera de cambiar las penas por alegrías. Las sonrisillas frente al espejo porque hoy no llueve; los bailes por la calle, cuando sientes que la música de tus cascos la siente toda la calle, cuando sientes que comprenden tu caminar. Te has pintado las uñas, te has puesto ropa nueva, te has dejado las pestañas perfectas. Sólo para ti, no hace falta nadie más. Sonríe un poco, que si hoy nieva mañana hará sol.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Acuérdate de que te quiero.

Siempre he tenido que decirte un montón de cosas, ya que no entiendes lo que trato de contarte constantemente. En primer lugar, no odio las peleas tanto como parece, siempre te lo dije para que no te metieras en ellas. No discuto por todo porque sea "así" y ya, eres el único con el que me peleo a diario sólo por el placer de ver cómo te ríes de mi mal humor (el que, automáticamente, se me pasa). Que cada vez que decía mil gilipolleces por minuto cuando estabas mal era solo porque no soporto no ver tu sonrisa. Y que siempre te he defendido, siempre, hicieras lo que hicieras para mí siempre existía una disculpa. Y a ver si entiendes que cuando todos te daban la espalda y yo seguía ahí, no era por ser la payasa de turno que finge ser tu mejor amiga. Que a ver si te enteras de que todas estas cosas las hice porque te quería. Y te sigo queriendo. Y no hace falta que me expliques que no sientes lo mismo porque, en el fondo, siempre lo he sabido. Solo que a veces me hacías dudar con ese síndrome de "perro del hortelano, que ni come ni deja comer". Que cuando te ponías celoso y posesivo no significaba nada, lo sé, aunque nunca lo he entendido del todo. Y todas las veces que me ignorabas y a las dos semanas venías como si nada hubiera pasado, y a los dos días con cara de "tengo unas ganas enormes de ti" que al final no llevaban a ningún sitio. Ni siquiera necesito que contestes, aunque me gustaría. Esta conversación... no tienes ni idea de las veces que ya ha sucedido dentro de mí. Yo ahora me voy, no físicamente, sabes que siempre que necesites algo importante, estaré ahí. Pero que los detalles pequeños que nos unían (que, al fin y al cabo, son lo más importante), ésos, no volverán. Acuérdate de que probablemente caería mil veces, pero no quiero darme más veces, contigo ya han sido muchas. Acuérdate de que te quiero. 



martes, 15 de noviembre de 2011

¡Cuando quieras arrancamos!


Pero se asustó...
-¡Cómo te retumba el pecho!
-Tranqui, sólo es mi maltrecho corazón que se encabrita cuando oye tu voz el muy cabrón.

Alba Moya

sábado, 12 de noviembre de 2011








Se despertó porque tenía frío, o quizá hacía frío cuando se despertó. El cenicero a medias, la copa a medias y su alma viva, a medias. Trató de desordenar sus ideas para no ser capaz de pensar, pero ahí está el cerebro, siempre dispuesto a joder. Después, viendo lo  inevitable, se tapó la cabeza con las mantas, pero ni el frío ni sus pensamientos dijeron -me voy-. Se levantó con los ojos un poco hinchados, ya no sabía si  de llorar, de dormir poco o de beber demasiado. Salió al balcón a darle los buenos días al humo de un cigarro, pero las nubes le quitaron el encanto al asunto. Con la primera calada no se sintió mejor, así que siguió probando hasta que  con la última pasasen todas sus ideas a mejor vida. Se sintió un poco enjaulada entre pavimento y tráfico, así que volvió a meterse en casa. Se sentó en el sofá de cuero y apoyó la cabeza en un cojín, cerró los ojos. Quizá entonces alguien la escuchó murmurar: "Época de sueños rotos".


sábado, 5 de noviembre de 2011

Sin título.


Hoy sólo es un día más, hace mucho que te has ido. Demasiado, diría yo. Supongo que muy poca gente sabe lo que es perder algo tan grande, muy pocos sabrán lo que es ver un vídeo en el que sales con esa persona y pensar que no puedes escuchar su voz más que en esas grabaciones. Duele mucho saber que los únicos besos que te voy a dar van a ser a una foto fría, inanimada, que no puede expresar todo lo que eras. Mosquea mucho que el único regalo que pueda hacerte en tu cumpleaños sean flores, molesta en exceso comprobar que el olor se ha ido de tus camisas y de la poca ropa tuya que queda en el armario. Es doloroso saber a ciencia cierta que la joya que tengo colgada del cuello guarda tu sonrisa, pero que ya no vas a estirar más las comisuras. Siento no poder recordar nada, ni cómo sonaba tu risa, ni tu voz, ni cosas que me dijiste. Guardo con recelo los libros y películas que me regalaste, porque es lo único que me queda. Eso y todas las fotos. Y aunque ya son trece años, cuesta mucho. Y cada día echo más de menos no poder haberte conocido casi nada, no poder haber pasado más momentos juntos. Perdóname por no poder recordarte.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Lo mío era de verdad

Lo siento, sé que no debería estar escribiendo esto porque es todavía peor, pero es que aún guardo el recuerdo del día que me prestaste un sitio a tu lado y escuché cómo te latía el corazón. El compás se grabó en mi cabeza y cometí el error de imaginar que era lo que iba a escuchar cada día de mi vida. Quizá en ese momento pensaste un poquito en mí, pero ahora ya no estoy tan segura... A veces, me sorprendo recordando los besos que me dejaron sin respiración y con la duda que persiste hoy todavía, si alguna vez esa sensación volverá a suceder con alguna otra persona... tranquilo. Ya sé que no vas a volver. Una vez, hace mucho tiempo, pensé que, tal vez, las cosas no cambiarían. Que siempre ibas a hacer lo mismo, volver como si nada. En aquel tiempo, pensaba que odiaba eso, odiaba que lo hicieras y, fíjate en cómo cambian las cosas, que hoy por hoy me siento en la necesidad de convencerme de que ya no estás aquí. De que esta vez sí que te has ido, por muy difícil que parezca. Siento en lo más hondo todas aquellas cosas que habíamos planeado para los dos, las que no nos dio tiempo a hacer. Bueno, en realidad, no nos dio tiempo a nada, y es culpa tuya. Tuya. Ojalá que no consigas borrar mi rostro de tus recuerdos, me encantaría ser tu pesadilla. Ojalá no me olvides en la vida, ojalá no seas capaz de dar un paso sin recordar todas mis sonrisas. Ojalá que en el fondo y cada  vez que me mires pienses todo lo que has rechazado. Ojalá algún día vuelvas para que yo pueda decirte: "No, tranquilo, he encontrado a alguien", "No, tranquilo, si estoy bien así...", "No, tranquilo, he descubierto que hay personas mejores". Y ojalá que ese día, sientas en lo más hondo todo lo que me hiciste pasar.

lunes, 24 de octubre de 2011

Sé que esto ya no es necesario, pero, a pesar de todo, quiero decírtelo. Te quiero. Y te digo esto ahora porque jamás podré volver a planteármelo siquiera. Espero que hayas grabado bien el sonido de esas palabras en tu mente porque cuando acabe de decirte todo se me habrán olvidado, lo prometo. Siempre he pensado en ti. No te niego que a lo mejor no te he querido de la forma que esperabas, probablemente crees que debería haberlo hecho mejor y que te hubiera gustado saberlo, pero es la única forma de la que yo sé querer. Siempre a distancia, siempre a tu alcance, siempre bipolar, siempre regular. Un día sí y uno no, me acuerdo un mes de ti y me olvido otros dos. Siento mucho que todo esto se nos haya ido de las manos, que nos hayamos desbordado. Me hubiera gustado que hubieras sido capaz de ver todo lo bueno, porque será lo que yo siempre recuerde. Cada gesto está enmarcado en una pared de mi pulmón, por eso, a veces, por las noches, respiro a contratiempo... Y bueno, ya está. He terminado. Y no me digas como siempre que no sabes qué decir, porque te he abierto mis entrañas y eres el único por el que hago eso. 

martes, 4 de octubre de 2011

Alba Moya.

-Creo que puedo enamorarme de cualquiera que me haga la vida imposible, siempre y cuando tenga una sonrisa muy bonita. Y bueno, quizás también deba poseer una personalidad de esas bipolares, así como la mía. Que sea creativo, pero no hace falta que sea un genio. Que me quiera un poco. A veces,  más; otras,  menos.
+Tengo una duda.
-¿Sí?
+¿Crees que yo tengo esas cualidades?
-Creo que tienes una sonrisa preciosa.






lunes, 3 de octubre de 2011

Te prometo cada rato libre.

Sólo sé que cada vez que levanto la vista y estás ahí, mi interior se alegra un poco. Que siento una punzada de esperanza cuando cruzamos miradas y otra de rencor por no intercambiar sonrisas. Querría enseñarles a todos cómo eres cuando ríes y disfrutas mi rabia, como si no hubiera nada más divertido. Sé que jamás servirá de nada todo lo que hago para disfrutar de tus rabietas tontas, que siempre serás alguien que estará ahí, olvidado en el tintero. O quizá no tan olvidado. Porque eso de recordar cada minuto que he pasado contigo me huele un poco a "tengo ganas de repetir" y que si me dieran un euro por cada gesto que ya conozco tendría más de un millón. Y es el darme cuenta de que no eres previsible, sino saber que te conozco bien, lo que me hace escribir esto. Quizás algún día, dentro de mucho tiempo, te des cuenta de que siempre estuve ahí. Y que por fin veas que nadie te podrá conocer como yo, que nadie habrá dedicado tanto tiempo a perfeccionar las definiciones de cada sonrisa, de cada mirada, de cada risa de esas sin querer, de cada pequeño detalle. Y que de una vez por todas te des cuenta de todo lo que perdiste. Aunque, por ahora, yo por si acaso sigo aquí, de vez en cuando. Tú y yo, siempre guardando distancias, ya lo sabes. Nunca he comprendido eso en palabras, pero sé que dentro de mí hay alguna razón. Y supongo que dentro de ti habrá otra. Puesta a sentir y recordar, te recuerdo que leas este texto cuando sientas que estás solo. Para que veas que fue verdad todo lo que dije y que siempre traté de hacerte entender. Aunque no siempre fuese de un modo normal. Ya sabes que nunca se me ha dado bien. A pesar de todo, y llevando la contraria a todos los anteriores o incluso aquellos que preferí antes que a ti, siempre intento que seas feliz. Incluso sin mí. Incluso con otra. Nunca me has importado tanto como los demás y, sin embargo, siempre has estado ahí, siempre marcando la diferencia. Jamás olvidaré cada gesto de aquel día que los dos conocemos bien, jamás olvidaré que contigo era un poquito distinta. Espero que, por lo menos, seas capaz de recordar las nimiedades, los detalles con los que te demostré que, aunque fuera un poco, yo te hubiera hecho feliz.