lunes, 29 de octubre de 2012

El alba es el amanecer. Como yo.

Podría contaros mi historia. Sí, podría, y nos daría para mucho, porque disfruto cada instante al máximo, y eso no se cuenta en dos horas. Podría explicaros por qué me gusta más escribir las cosas malas que las buenas, por qué observo la lluvia con melancolía, o simplemente cómo he llegado hasta aquí sin dejar de volar. Podría deciros lo mucho que me gusta el Sol, lo impresionantes que son las estrellas desde aquí y cada cosa que ven mis ojos. Sí, podría. Y también podría enseñaros lo mal que bailo o cuántas veces pierdo el ritmo al cantar, pero que amo la música. Y sabríais verlo como yo. Podría enseñaros mis secretos más oscuros, mis recuerdos más sombríos; podría contaros cómo se ve el arco iris cuando vuelo, de qué color son mis plumas o cuán largas mis alas. Incluso me gustaría hacerlo. Sí, podría. Pero hoy no lo voy a hacer. Hoy solo quiero deciros que el fondo de mi alma no para de gritar "¡LIBERTAD, LIBERTAD!". Serán capaces de deciros que no soñéis, que no deseéis  que nada os saldrá bien, que la vida es triste, que todo es blanco o negro, que las mareas se producen por la luna. Y no, nada de eso es verdad. Todo lo que queráis, soñéis, deseéis  está al alcance de los dedos. Que la vida no es triste, ni mucho menos, que dará muchos palos, pero los moratones se curan y eso es gracias al color del cielo. ¿Las mareas? Eso significa que el mar se enfada. ¿La lluvia? Que las nubes lloran. ¿Y el Sol? El Sol siempre brilla.
Así que, ya sabes. Sonríe, llora, sueña, diviértete. El cielo es el límite, y yo soy un pájaro. Un colibrí. Prueba, vuela. No existe nada mejor. 


domingo, 28 de octubre de 2012

Tú, harta de tanta duda. Yo, de preguntarle al viento.

14:30 Les veo a lo lejos, sentados en un corro, de un modo familiar, como la familia que son. Una sonrisa, una cara cansada, tonterías que me son conocidas y unas cuantas risas pequeñas. 
18:30 Escuchamos notas familiares, un poco escondidas, para disfrutar más tarde.
18:45 Un poco de nervios, nos levantamos, no podemos esperar más. 
19:00 La multitud está embravecida, apenas unas pocas horas. La gente lucha por ganar un milímetro más en la cola, por estar un poco más cerca de tocar la valla desconchada que tantos conciertos habrá soportado. 
20:12 Las puertas se abren. Las vallas se agitan. Las personas hablan cada vez más alto y me asusto, y me emociono, y me entran escalofríos, y se me pone la piel de gallina. Y a mi alrededor, más de lo mismo. Agarro de la mano a una sola persona, los demás ya nos seguirán. Y corro, corro como hacía mucho tiempo que no corría, libre, sintiendo que nada importa, que no existen preocupaciones, que el mundo es tan grande y a la vez tan pequeño, que no existen las cosas malas, que sólo quiero escuchar esos acordes que cuatro años me han hecho suspirar y emocionarme hasta la locura. Y corro. Y sorteo la seguridad, y sorteo las vallas, y me suelto de la mano porque ya no importa absolutamente nada. Y ya estoy dentro.
20:33 Tercera fila.
21:15 Sexta fila. Sin espacio para moverme, respirar o siquiera sacar el móvil. No hay cobertura, a ratos. No me importa, hoy es mi día.
22:23 Se apagan las luces. Un escalofrío recorre el Coliseum, un murmullo inaudible para mí, un griterío desorganizado para los demás. Yo no soy capaz de oír nada, tengo los oídos atentos a otras cosas. Hasta que oigo un "click" dentro de mí. Escucho su voz. Desde lejos, romántica, desgarrada, voz de poeta, la voz de un hombre cansado y feliz, su voz. Tengo la piel congelada a pesar del calor. Se encienden unas luces que dejan ver la guitarra y su portador. Poco después, el bajo. Seguidamente, la batería y el teclado. Y, de repente, aparece Robe. Sin dejar de cantar, mirándonos tímidamente a pesar de todo lo que sabe, con su esencia poética de siempre. Pronunciando libertad. 
A partir de aquí, no puedo recordar horas, porque me pareció que las cuatro horas fueron 30 minutos. De lo único que me acuerdo estando totalmente cuerda es de Standby, cuando vi las estrellas por todo el escenario y me sentí totalmente en paz. Y en Salir, cuando Robe salió cantando sin micrófono, como si fuese uno más de nosotros. Y solo recuerdo escalofríos, mareo, felicidad y que ha sido el mejor día de mi puta vida. Esto no es comparable a lo que viví, pero espero que os hagáis una idea. 

-27 de octubre de 2012-. 





jueves, 25 de octubre de 2012

Triste, como los besos que no diste. (8)

-¿Por qué ya nunca se te ve con la sonrisa de antes? ¿Y con tus amigos de siempre? 
-Digamos que rompí mis lazos con ellos. 
-Eso ellos no lo saben, ni siquiera les has dado una explicación... Oí hablar a un par de chicos el otro día, dicen que no eres la misma.
-Por supuesto que no soy la misma. Los inviernos calan mucho en la gente, ¿sabes? Y el Sol arruga, el chocolate engorda y las gominolas suben el colesterol. 
-Todo esto, antes, no te importaba. 
-Porque antes era una soñadora. Creatividad, infinito, "imagine" y todo eso... Inventar días primero, re-inventarlos después... Aquellos tiempos fueron bonitos, pero se acabaron. Porque todo acaba, incluso la más mínima mota de polvo en el espacio tiene un fin. Y el infinito, el infinito no existe. Me di cuenta de que no era soñar lo que yo hacía, sino ser ingenua. Y nunca me gustó quedar de niña tonta.
-¿Por qué no se lo explicas a ellos? Ni siquiera tienen una respuesta.
-¿Sabes qué? La gente siempre se queja de mi humor. Soy un poco desesperante, insoportable e irascible. Un poco, o un mucho. No lo sé, la verdad, y ahora ya no me importa. Hay pocas cosas que me sigan importando... El caso es que con ese humor me comportaba de forma irreal, enfadándome por cosas que los demás no comprendían, pues la respuesta solo estaba dentro de mí. ¡Ah! Y la gente también se queja de mi forma de ser. Digo las cosas aun cuando nadie quiere escucharlas, es una extraña virtud-defecto que tengo. No sé mentir y tengo las cosas muy claras, tanto, que me asusta salirme de la línea. Pero también me asusta la línea recta, lo que demuestra que soy muy contradictoria con mi interior. En aquellos días, todo era luz y color. Luz de las discotecas, color del cielo por las tardes, pues así eran mis amigos. Tarde y noche. Más noche que tarde y nada de mañana, esa la dedicaban a soñar. A mí, en cambio, siempre me ha gustado más soñar despierta, así que las mañanas las empleaba en mi vida rutinaria y esperaba a la tarde para ver el cielo azul junto a ellos. ¡Cuántas veces creí que no podía existir nada mejor! Y aún hoy lo pienso. Pero se pierde a tanta gente por el camino... Pero no quiero hacer muy largo este tema, son cosas que están demasiado pensadas ya. Vuelvo a mí misma, si no te importa. El caso es que siempre digo lo que no me gusta, y por alguna extraña razón, esperaba que solo con eso los demás me complaciesen. No es que sea un tipo de egoísmo hipócrita, ni nada de eso. Solo que siempre he pensado que si quiero a una persona, no voy a hacer absolutamente nada que pueda molestarle, o por lo menos saber verlo, ¿sabes? Y eso fue todo. Quieren exigirte, pero no se exigen a sí mismos, y eso no es romántico, bonito, ni amistoso, ni siquiera es un poco cómico. Es algo tan horrible que cada vez que pienso en la sociedad que hemos construido tengo ganas de meterme en la cama y no salir de entre las sábanas, donde el mundo es tan, tan pequeño... Tan fácil... Y sí, supongo que me asusté. No sé comprender algunas cosas, y eso da tanto miedo... Da mucho miedo desnudar el alma, mucho más que desnudar el cuerpo, te lo aseguro. Y eso también me da miedo, así que imagínate... Nunca he sido muy valiente, pero eso sí que no me asustaba, porque tengo otras cosas buenas. Sé ver dónde no existe casi nada, pero esto también tiene parte mala, pues aunque descubras mil cualidades donde nadie ve ninguna, también aciertas con los defectos que nadie más veía. Sé comprender lo incomprensible, y sino, lo intento hasta ahogarme. Sé hacer metáforas solo con 27 letras, sé sentir libros sin escuchar nada y sentir música sin abrir los ojos. Sé escribir, aunque solo doy con palabras desgarradoras porque la felicidad ya la disfruto toda yo. Y soy feliz. Y nadie es capaz de quitarme eso, ni siquiera tú. 

lunes, 15 de octubre de 2012

Sonríe, princesa, te lo has ganado.

Puedo respirar tranquila, sin obstáculos. 
Ahora lo comprendo todo.
Ya no hay marcha atrás cuando quieres a alguien. 
Tendrás miedo. Querrás huir, de todo y de todos.
Te asustarás.
Pero, lo más importante, es todo lo bueno que hay, que gana con creces lo malo.

-Te quiero.

Abrazada a la melancolía.

¿Quieres que te cuente cuál es mi problema? Confío en las personas. Trato de ponerme en el pellejo de los demás, de entenderlos. Yo, por ejemplo y como ya te habrás dado cuenta, no soy capaz de mentir, me siento demasiado mal, aunque sea una tontería. ¿Por qué? Porque creo que mentir significa reírte de las personas, reírte de quienes ponen confianza en ti, reírte de los que te quieren. Por eso confío en las personas, porque pienso que si yo no puedo mentir ellos tampoco me mentirían. Y cuando vuelves la vista atrás, ves todo esos cuchillos, metafóricamente hablando, clavados en tu espalda, y las cicatrices no se borran fácilmente, ¿sabes? 


I swear.

http://www.youtube.com/watch?v=9zpoh2s7suQ

Siempre hay una razón.

Dejadme deciros que siempre hay una razón para estirar las comisuras. Ya sea por ver dentro de unos ojos llenos de sueños y darte cuenta de que son los tuyos reflejados en el espejo, darte cuenta de que no todo está perdido, que aún te quedan ganas de luchar. Ya sea fustigar el aire con tu hálito de vida, demostrando que sigues en pie, una vez más y las que haga falta. Ya sea tratar de olvidar cosas inolvidables, y acabar dándote cuenta de que solo con aceptarlas, hubiese servido. Ya sea comprendiendo que el pasado no volverá en la vida, porque lo que queda es presente o futuro, y tú decides lo que vivir; ya sea comprendiendo que ese mismo pasado no lo has dejado tan atrás, y tratar de encontrar la forma de correr más que él para que no te atrape.