jueves, 25 de octubre de 2012

Triste, como los besos que no diste. (8)

-¿Por qué ya nunca se te ve con la sonrisa de antes? ¿Y con tus amigos de siempre? 
-Digamos que rompí mis lazos con ellos. 
-Eso ellos no lo saben, ni siquiera les has dado una explicación... Oí hablar a un par de chicos el otro día, dicen que no eres la misma.
-Por supuesto que no soy la misma. Los inviernos calan mucho en la gente, ¿sabes? Y el Sol arruga, el chocolate engorda y las gominolas suben el colesterol. 
-Todo esto, antes, no te importaba. 
-Porque antes era una soñadora. Creatividad, infinito, "imagine" y todo eso... Inventar días primero, re-inventarlos después... Aquellos tiempos fueron bonitos, pero se acabaron. Porque todo acaba, incluso la más mínima mota de polvo en el espacio tiene un fin. Y el infinito, el infinito no existe. Me di cuenta de que no era soñar lo que yo hacía, sino ser ingenua. Y nunca me gustó quedar de niña tonta.
-¿Por qué no se lo explicas a ellos? Ni siquiera tienen una respuesta.
-¿Sabes qué? La gente siempre se queja de mi humor. Soy un poco desesperante, insoportable e irascible. Un poco, o un mucho. No lo sé, la verdad, y ahora ya no me importa. Hay pocas cosas que me sigan importando... El caso es que con ese humor me comportaba de forma irreal, enfadándome por cosas que los demás no comprendían, pues la respuesta solo estaba dentro de mí. ¡Ah! Y la gente también se queja de mi forma de ser. Digo las cosas aun cuando nadie quiere escucharlas, es una extraña virtud-defecto que tengo. No sé mentir y tengo las cosas muy claras, tanto, que me asusta salirme de la línea. Pero también me asusta la línea recta, lo que demuestra que soy muy contradictoria con mi interior. En aquellos días, todo era luz y color. Luz de las discotecas, color del cielo por las tardes, pues así eran mis amigos. Tarde y noche. Más noche que tarde y nada de mañana, esa la dedicaban a soñar. A mí, en cambio, siempre me ha gustado más soñar despierta, así que las mañanas las empleaba en mi vida rutinaria y esperaba a la tarde para ver el cielo azul junto a ellos. ¡Cuántas veces creí que no podía existir nada mejor! Y aún hoy lo pienso. Pero se pierde a tanta gente por el camino... Pero no quiero hacer muy largo este tema, son cosas que están demasiado pensadas ya. Vuelvo a mí misma, si no te importa. El caso es que siempre digo lo que no me gusta, y por alguna extraña razón, esperaba que solo con eso los demás me complaciesen. No es que sea un tipo de egoísmo hipócrita, ni nada de eso. Solo que siempre he pensado que si quiero a una persona, no voy a hacer absolutamente nada que pueda molestarle, o por lo menos saber verlo, ¿sabes? Y eso fue todo. Quieren exigirte, pero no se exigen a sí mismos, y eso no es romántico, bonito, ni amistoso, ni siquiera es un poco cómico. Es algo tan horrible que cada vez que pienso en la sociedad que hemos construido tengo ganas de meterme en la cama y no salir de entre las sábanas, donde el mundo es tan, tan pequeño... Tan fácil... Y sí, supongo que me asusté. No sé comprender algunas cosas, y eso da tanto miedo... Da mucho miedo desnudar el alma, mucho más que desnudar el cuerpo, te lo aseguro. Y eso también me da miedo, así que imagínate... Nunca he sido muy valiente, pero eso sí que no me asustaba, porque tengo otras cosas buenas. Sé ver dónde no existe casi nada, pero esto también tiene parte mala, pues aunque descubras mil cualidades donde nadie ve ninguna, también aciertas con los defectos que nadie más veía. Sé comprender lo incomprensible, y sino, lo intento hasta ahogarme. Sé hacer metáforas solo con 27 letras, sé sentir libros sin escuchar nada y sentir música sin abrir los ojos. Sé escribir, aunque solo doy con palabras desgarradoras porque la felicidad ya la disfruto toda yo. Y soy feliz. Y nadie es capaz de quitarme eso, ni siquiera tú. 

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