domingo, 21 de abril de 2013

REALIDAD.

La chica se metió en el coche, dirigiéndole miradas de soslayo, preguntándose por qué. "Ya nunca me sonríes" -afirmó. Él se dio la vuelta un tanto sorprendido, mientras observaba su única verdad andante: <<Si no te sonrío es porque no soy capaz, porque me gustaría sonreírte mientras te beso, y no es posible...>>. Eso fue lo que pensó, pero no se lo dijo. A la chica empezó a fallarle la voz, y cada vez se callaba más para que no lo notara. Él miraba al frente, parecía calmado, pero en su interior brotaba el fuego que había encerrado cuando ella lo abandonó, cuando se dio cuenta de que no había sitio para él entre sus sueños de cría. Ella suponía que a él ya no le importaba lo que pudiese pensar, "y es lógico", se decía... Tampoco se lo merecía después de todo. Pero de repente, él pareció no poder seguir contiendo la marea de sentimientos como olas enormes que azotaban la orilla de sus cuerdas vocales, no pudo seguir contiendo el leve temblor de sus cláviculas, y paró el coche. Paró el coche justo al lado del lugar en el que habían pasado tiempo y recuerdos, momentos de inexplicable y efímera alegría. Felicidad. Ella se dio cuenta y bajó del coche, como para darse un paseo turístico por el interior de su alma. Él bajó acto seguido, sin darle tiempo a reaccionar. La besó, la besó como nunca había hecho, expresando absolutamente todo, pegándose a ella para que la realidad no los separara. La chica trató de esquivar sus labios, ciñéndose a su vida actual, sin querer estropear su presente por dejarse llevar por ese pequeño sentimiento que la azotaba en aquel momento. Entonces el chaval le besó el cuello, le besó los hombros, acarició su cuerpo con sus manos y su interior con la mirada, hasta que ella se rindió a los cálidos brazos que aguantarían todas las tormentas y huracanes del mundo por ella. También le besó, entre exhalaciones leves, entre pensamientos confusos. Pero la cruda realidad es pérfida y retorcida, y deshizo su abrazo tan rápido como lo habían logrado formar. A ella le atacaron sus miedos, y a él la desesperanza de formar ese 'algo' que llevaba buscando tiempo y que solo había visto en ella. 


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