domingo, 4 de marzo de 2012

Kai era impaciente e intranquilo; transmitía paciencia y calma.

Kai pitó a Yma, ella sonrió. La voz de él era suave; su sonrisa brillaba sin que le diese el sol y su mirada, demasiado increíble su mirada para que estuviese observándola a ella. Yma tuvo una extraña sensación,  una especie de calma, que reemplazaba los nervios de la hora anterior, en la que jamás se había encontrado; y su risa salía como la seda, como hacía mucho que no se sentía. Y pensó que, quizá, sólo quizá, Kai era lo que siempre había estado buscando. 



"Lo más bonito de Yma es su sonrisa por las mañanas". Eso decía siempre Kai. Y esperaba, tranquilo y resuelto, el porqué de la frase. Y contestaba, paciente y en calma, que el motivo principal era que, por las mañanas, cuando nadie sonríe por el malhumor delas diez y diez, ahí estaba la sonrisa de Yma para decirle a Kai que siempre quedaría algo bueno en el mundo. Siempre, si estabas al lado de Yma. 

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